domingo, 8 de abril de 2018

Conclusiones: ¿Qué pretendía la ilustración?


A pesar de intentar evolucionar la educación y las costumbres en el siglo XVIII la ilustración no fue el remedio a la cura de todos los males; ya nos refiramos a la falta de una institución consolidada que planteara unas materias con unos contenidos, objetivos y criterios de evaluación o a una institución neutra (que no es ni religiosa pero tampoco propone la laicidad como mecanismo para combatir la religión).

Foucault (1993) nos invita a pensar en la ilustración viéndola desde fuera. Según el autor es necesario estar en las fronteras para poder realizar una crítica práctica que no tiene un valor universal sino como indagación o referencia histórica para saber que somos sujetos capaces de razonar más allá de la ideología o religión. Es necesario desarrollar una capacidad crítica sobre la ilustración de manera que no se intente hacer posible una metafísica convertida en ciencia, sino un periodo histórico que avanza hacia el concepto de libertad.

Por otra parte, también fundamenta Foucault que debemos tener en cuenta los cambios que se hicieron porque forman parte de nuestra propia ontología. La ilustración realmente no nos ha llevado a ese estado de experimentación y razonamiento pero si a la reflexión y al sentido crítico, una manera de filosofar más efectiva; una actitud donde se critica, se sobrepasan los límites y donde se indaga sobre el origen de las cosas.

Por eso, la ilustración no es lo mismo que el movimiento marxista, el existencialismo y el personalismo porque estas corrientes si son humanistas, en cambio la ilustración no lo es porque ésta última pretende un cambio social, tecnológico y de conocimientos, en cambio el humanismo es una identidad de la naturaleza humana que pretende descubrir al hombre en si mismo y dar sentido racional a su vida buscando el bien común.

Por otra parte, Aguilar Piñar (1988) afirma que la política ilustrada fracasó en sus intentos por hacer reformas culturales sin dañar los privilegios de clase, los hijos de los jornaleros como mucho aspiraban a la enseñanza técnica (gremial) y la reforma no era para hacer extensible la educación sino para proponer una nueva forma de dogmatismo. Además, según Berrio (1988) lo único que se pretendió fue un cambio con el deseo de crecer económicamente pero las medidas legislativas estaban descontextualizadas en una España de crisis. No obstante los profesores se modernizaron, se introducen los textos en otros idiomas, y se testifica un interés por la escolaridad obligatoria, gratuita; se trata de un proceso de concienciación por el cambio más que de instrucción o educación.

Desde nuestro punto de vista consideramos que la sociedad debía evolucionar hacia el progreso del ser humano y qué mejor método que la razón (para llevarnos a ser críticos) sin embargo como todo movimiento, tenía escondidos unos intereses políticos en contra de la religión. Siempre que se propone un cambio, hay detrás unos intereses guiados por una ideología que lucha contra otra a garrotazos, tal como lo dibuja Goya en su cuadro.

Francisco de Goya y Lucientes (1819). Duelo a garrotazos. La idea de la lucha entre hermanos, entre el ser humano como tal por ser lo mejor, nos lleva a la conclusión de que el hombre es un lobo para el hombre (un animal para el mismo). Todos luchan por un mismo ideal interesado, que no resuelve los problemas, lo único que hace es invisibilizarlos.

Por otra parte consideramos que los principios en los que basaban los ilustrados la educación tenían su base en la religión, lo único que hacen es cambiar la imagen de marca y en parte su contenido pero los cimientos seguían siendo los mismos. En realidad era el mismo perro con distinto collar y muchas de sus reformas y “milagros” se los atribuían a la divinidad natural o relojera. Es triste como la educación siempre ha sido el instrumento de prueba o conejillo de indias de los intereses ideológicos y dogmáticos (religión o ciencia). La educación debe ser neutral y nunca por encima de los intereses, aunque la objetividad pura no exista, pero siempre muy próximos a ella.

No obstante, no podemos olvidar que con el proyecto ilustrado nace la idea de tener un profesor al servicio público del Estado (aunque privado en ese momento) y de construir un sistema educativo que se organizará posteriormente a mediados del siglo XIX con la primera Ley educativa que es la Ley Moyano.

Sin embargo, ¿el sistema educativo como tal funciona? ¿Es clarividente con las necesidades del alumno y el estado? Consideramos que tiene dos caras: la liberadora que es lo que proponía al principio la ilustración y una cara de que la Iglesia teológica es sustituida por la antropológica pero sigue siendo una fábrica de construir sujetos a partir de un dogma. Es necesario aclarar que en el siglo XVIII también los jesuitas enseñaban ciencias pero otro tipo de ciencias más estoicas.

La ilustración era un vellocino de oro, pero por dentro pretendía educar al pueblo y construir a personas a imagen y semejanza de unos intereses y como tal influencia ideología pretendía reinventar desde la escuela y las costumbres a las personas que acabó incluso con el concepto medieval donde la comunidad vivía incluso diferente a como la pintan.

La ilustración tampoco triunfó porque se pretendió adaptar las teorías económicas que tendrían éxito en otros países y aplicarlo a todas las clases sociales. La crisis, la decadencia de las industrias españolas y la falta de comprensión con las colonias era una realidad y por tanto el interés por restaurar una nueva economía que elevara la industria y el comercio era lo que a España de la crisis, y eso sólo se podría hacer a través de la educación y jugando con una nueva forma de pensar que inculcaba hábitos, valores de ahorro, trabajo e iniciativa. La educación que se proponía era informal, difusa, no planificada; inconsistente.

Además tampoco podemos olvidar en establecer una diferencia muy importante, la ilustración siempre proponía tipos de instrucción del sujeto. La instrucción como bien sabemos consistía en proporcionar conocimientos y habilidades para darle una formación pero faltaba la educación pretende despertar ese espíritu crítico que sólo se aprende experimentando de verdad, sin poner en contradicción dos conceptos, si no formulándolos e investigando sin prohibirle ni impedirle nada. 

Lamentablemente, desde la ilustración a hoy día hay cambios pero existenciales pero no muy profundos, el ser humano sigue presumiendo de que el conocimiento científico ha vencido a la religión pero se ha quedado sin argumentos, sigue estancado en el mismo argumento. Las democracias actuales siguen viviendo en la misma ilusión de libertad dentro de totalitarismos invisibles (Sánchez, 2007).

Realmente la ilustración fue un movimiento monocromático porque sólo se defendieron unos intereses con un sólo color (laicos pero dogmáticos) y no se apostó por una verdadera educación que eliminara las barreras de clases y que pretendiese la equidad cultural y formativa, algo parecido a lo que pretenden los políticos en la actualidad educativa; aprueban leyes sin preocuparse por el verdadero tema, la educación de todos y para todos con la finalidad de que al final tengamos un trabajo, seamos útiles para el mercado y vivamos una vida “aparentemente feliz”.


Bibliografía:

Del Valle, S. (26 de enero, 2017). No es lo mismo educar que instruir. [Mensaje de web yoinfluyo.com]. Recuperado de: http://www.yoinfluyo.com/columnistas/silvia-del-valle-marquez/17912-no-es-lo-mismo-educar-que-instruir

Foucault, M. (1993). ¿Qué es la ilustración?. Revista de filosofía, 7, 5-18.

Kurt, P. (2002). Hacia una nueva ilustración: una respuesta a las críticas postmodernistas del humanismo. Revista histodidáctica. Recuperado de: http://www.ub.edu/histodidactica/index.php?option=com_content&view=article&id=23:hacia-una-nueva-ilustracion-una-respuesta-a-las-criticas-postmodernistas-del-humanismo&catid=11&Itemid=103

Sánchez, R. (29 de julio, 2007). Educar o instruir. [Mensaje de web El País]. Recuperado de: https://elpais.com/diario/2007/07/29/domingo/1185681159_850215.html



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